Con el auge de las redes sociales en las últimas décadas, los educadores han visto un aumento tanto del acoso cibernético como del acoso tradicional entre los jóvenes en edad escolar. El primer paso para marcar la diferencia es la educación. La facultad, el personal, los padres y los estudiantes deben recibir educación para identificar, responder y prevenir el acoso.
El impacto de la intimidación en la víctima es inmenso y, por lo general, conduce a un aumento de la ansiedad, la depresión y la pérdida de interés. Estos efectos generalmente continúan en la adolescencia y la edad adulta. Es imperativo hablar de esto con sus alumnos, y estas actividades y escenarios ayudarán.